Ruido, no ¡gracias!


Publicado el 27/04/2016, en Actualidad. Sin comentarios

Ya lo dice la Real Academia, en su primera acepción, que ruido es un “sonido inarticulado, por lo general desagradable”. Es cierto, todos lo asociamos con algo molesto que perturba nuestros sentidos y en cambio, las 24 horas del día, convivimos de manera constante con el ruido. Y nuestra convivencia con él ha generado tanta familiaridad que en muchas ocasiones ni nos preocupamos por evitarlo y apenas nos preocupa. Vivimos en la sociedad del ruido y poco hacemos por evitarlo.

No hay más que mirar alrededor para ver cómo, cada vez, nos despreocupamos más de no hacer ruido. Los ejemplos son muchos, los gritos de madrugada de los que están de fiesta, el arrastre de muebles, el sonido del móvil en el vagón del tren o la insoportable musiquita del Candy Crass de turno que despierta los instintos más destructivos de los que hay alrededor. El caso es que cada día más imponemos nuestro ruido a los que nos rodean y cuidamos menos del confort auditivo de la humanidad.

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Al hablar de ruido no puedo evitar pensar en nuestros hospitales. Soy enfermera y, por suerte, con un buen número de años de cuidados asistenciales sobre mis hombros en los que he podido comprobar como el ruido ha afectado el bienestar de los enfermos a los que he atendido. Más de una vez me ha pedido un enfermo que eche a la calle a sus visitas y más de un vómito no he podido evitar del estrés auditivo al que se han visto sometidos.

Pero ojo, la culpa no es siempre de las visitas. Los profesionales tenemos mucho que hacer y que decir al respecto, y sobre nosotros recae gran parte de la responsabilidad del confort de nuestros pacientes. Y en su confort se incluye reducir en todo lo posible el ruido y evitar que las unidades de hospitalización sean las ferias que en muchas ocasiones son.

Cuando empecé a trabajar en todas las unidades había un cartel que muchos recordarán de una enfermera con el dedo delante de su boca pidiendo silencio. Con el transcurso de los años el cartel desapareció y seguro que si hoy en día se volviese a colgar recibiría muchas críticas (la enfermera llevaba cofia, supuestamente nos restaba profesionalidad…). El problema es que el cartel desapareció pero no hubo nada que lo sustituyese y, personalmente creo que, en más de una ocasión, sería muy necesario.

Como lo es poner por nuestra parte los medios para reducir el ruido en nuestros centros. Recuerdo con especial cariño esas curas que no había más remedio que hacer a las tres de la mañana llevando unos carros que al rodar hacían más ruido que un tractor y recuerdo como los llevábamos en vilo para no despertar a toda la planta. O como abríamos con total sigilo las puertas de las habitaciones para vigilar los sueros.

No le diré a nadie que haga lo mismo pero hay muchas maneras de lograr el mismo efecto y a los enfermeros nos sobra imaginación para lograrlo. Es por eso que, desde esta tribuna, voy a permitirme la licencia de pedir a cada compañero que extreme el cuidado en el ruido que produce porque al final, el ruido, nos afecta a todos.

Mª José García Alumbreros, responsable de Soy enfermera





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