Enfermería, clave en la atención y cuidado frente al tabaquismo


Publicado el 31/05/2019, en Colaboraciones. Sin comentarios

Cada año, la Organización Mundial de la Salud lanza una campaña de sensibilización sobre los efectos nocivos y letales del consumo de tabaco y la exposición al humo del mismo, 31 de mayo, Día Mundial sin Tabaco. La campaña o conmemoración sirve para alentar a los gobiernos, a las instituciones, a los profesionales y a los propios afectados, a impulsar dinámicas de concienciación, ayuda y erradicación del tabaquismo a través de políticas, no solo en salud, sino también en aquellas que pueden confluir interfiriendo, establecer regulaciones, normativas y estrategias de promoción, prevención, ayuda y tratamiento.

Zulema Gancedo, enfermera en la Unidad especializada en el tratamiento del Tabaquismo de la red asistencial del Servicio Cántabro de Salud

La campaña viene a concienciar sobre los problemas de salud y muerte que causa el consumo de tabaco y la inhalación o exposición al humo ambiental que genera la combustión del mismo. El consumo de tabaco es un factor de riesgo que provoca enfermedad y degenera, por ello el tabaquismo es causa de muerte y morbilidad evitable, como bien sabemos. Los últimos datos nacionales sobre muerte atribuible siguen siendo muy altas (51.870) y mantienen evoluciones diferentes por sexo. Las cifras en varones destacan por una disminución al respecto, frente al aumento entre mujeres que justamente duplican la muerte por cáncer de pulmón en los últimos 20 años. Estos datos epidemiológicos siguen revelando que la prevalencia en España sigue siendo alta, aún y a pesar de que se ha demostrado que las políticas reguladoras al respecto de la ley 28/2005 y modificaciones posteriores han servido para contrarrestar estas cifras y mejorar niveles de salud.

Desde los distintos comités de expertos, profesionales, sociedades científicas y afiliados a esta causa, se insiste en la necesidad de reforzar las políticas reguladoras con medidas que ya se han ido aprobando en otros países (empaquetado neutro, puntos de venta, regulación de otros productos de consumo de nicotina, etc…) y también en la necesidad de dar cumplimiento en lo que ya está regulado por ley. A propósito de ello, observamos con frecuencia, a través de los medios audiovisuales y también de manera directa en nuestros entornos, como en muchas instituciones de ámbito público, incluidos los sanitarios, hospitales o centros de salud, se fuma en su perímetro local. Estas dinámicas no solo se observan en lugares más o menos ocultos o escondidos y hasta peligrosos, como quizás hace años, actualmente podemos ver en los accesos a las entradas principales o de urgencias y también en salidas de emergencias, auténticos puntos de consumo habitual. Estas circunstancias parecieran sugerir un relativo relax o flexibilidad, respecto al cumplimiento legal referido y consecuentemente la permisividad haya “normalizado” el acto de fumar en dichos entornos.

Por otro lado, está la amenaza constante de la industria tabaquera que no pierde tiempo diseñando campañas seductoras con nuevos productos de consumo atractivo y para determinado público, y en determinadas poblaciones de mercado.

A groso modo, los obstáculos contra la epidemia de este siglo, el tabaquismo, generan muchos frentes abiertos en los que invertir y gestionar estrategias y esfuerzos colaborativos. Por ello desde la OMS, los diferentes países asociados, y otros colaboradores, ante los datos epidemiológicos plantean políticas y estrategias de salud al respecto, a través de mecanismos y acciones donde cada país siguiendo normativas y acuerdos internacionales adecuarán a su entorno y contexto la mejor estrategia global.

Sabemos que muchas de las políticas adoptadas en salud dependen de nuestra capacidad para medir con precisión la calidad de la atención prestada, y también es obvio que la calidad de esta atención depende de múltiples factores como son por ejemplo, la prioridad e inversión destinada al desarrollo de las distintas estrategias, la adecuación del diseño y planificación de las mismas, y la asignación de recursos para llevarlas a efecto. Todos estos factores pueden ser definitorios y definitivos, llegando incluso a determinar diferencias notables entre lo que pueden ser resultados estándar, o ramplones, y efectividad ajustada a la envergadura de las necesidades y de los problemas en salud a reducir. No olvidemos que aunque el tabaquismo es un problema de Salud Pública a nivel mundial, no afecta de igual manera a los países desarrollados que a los más desfavorecidos.

Entre todo ello, no es menos cierto, que de cómo sean las actuaciones o diseño de políticas desarrolladas en el nivel macro, el nivel meso y micro, pueden determinar también la acertada consecución de planes y estrategias y por ende el logro de los objetivos planificados.

Es por ello importante resaltar, que en la cascada de gestión a la hora de operativizar, desde lo micro y para llevar las políticas marcadas a cabo, es necesario una gestión coordinada y eficiente a través de planes y recursos. Dichos recursos y oferta de servicios han de ser garantes para la atención de los problemas de salud que se han previsto. Es posible que para algunas áreas o comunidades tengamos más o menos una cobertura adecuada, pero el problema en tabaquismo es grave y puesto que la amenaza continúa, necesitamos más esfuerzo, y también refuerzos.

El abordaje es necesario desde la atención primaria y desde los distintos ámbitos sanitarios donde podamos intervenir a través del consejo breve como mínimo. No son muchas las comunidades que cuentan con Unidades Especializadas en Tabaquismo, en ellas se trata de manera más específica a pacientes que requieren intervención más compleja y que son derivados bajo criterios definidos.

En este sentido, resaltar que los gestores, tienen la responsabilidad de tomar decisiones que garanticen una cobertura y atención integral para el paciente con los medios adecuados y con los profesionales mejor formados respondiendo a los planes concretos de salud.

Por ello, en no pocas ocasiones, tenemos que asistir con estupor y pudor profesional y también los pacientes padecer, decisiones arbitrarias, personalistas, partidistas, y cuestionables, tomadas por directivos circunstanciales desde la falta de responsabilidad, de ética profesional, y de visión gestora y en consecuencia, las situaciones derivadas de esas convenidas decisiones. Como muestra un botón y como caso que he conocido, se toma la decisión de prescindir de un efectivo enfermero experto en tabaquismo, a coste cero, en una unidad especializada, que reclama un profesional de este perfil desde su inauguración. Este hecho quizás responda a cuestiones no confesables, pero si desatinadas y cuestionables desde la gestión, desde el deber de garantizar el cuidado de la salud en estos pacientes y desde el propio deber profesional y deontológico.

No olvidemos que la enfermera proporciona atención y cuidado desde una perspectiva integral, y el tabaquismo con sus causas, factores predisponentes y de mantenimiento requiere dicha atención durante el control y seguimiento. El proceso de cesación es complejo para estos pacientes y solo debemos añadir valor en salud y calidad en dicho proceso. Prescindir injustificadamente, no solo denota la arbitrariedad y los fines subjetivos con los que se toman decisiones en los ámbitos de lo meso y micro, decisiones que privan a la población de una atención y cuidado necesario y que sobre todo contraviene la evidencia científica. Cuando éste “prescindir”, de manera injustificada, no razonada, ni transmitida directamente al efectivo/profesional que desarrolla su trabajo con la conformidad e interacción del responsable se hace al auspicio de una excusa insostenible, sin argumento veraz, ni creíble, como es, la necesidad de un espacio/consulta (el que ocupa el efectivo y no otro concretamente disponible) y que dicho espacio, un año después aún no se ha ocupado, confirma el estupor mencionado, el descrédito gestor en la toma de decisiones, y también las sospechas sobre argucias, presiones y persecuciones personalizadas hacia dicho efectivo enfermero. En ocasiones y no pocas, la gestión de las estrategias destinadas a mejorar y cuidar la salud de los ciudadanos, de la sociedad, también puede ser maquiavélica sobre los profesionales, interesada y revanchista para el gestor circunstancial y desconsiderada para con los ciudadanos.

Son este tipo de situaciones, actuaciones como ésta, la descrita, (hay muchas más) las que merman el crecimiento profesional, el individual y el del colectivo, del que el gestor también es parte, y merma también, la efectividad en un proceso complejo que requiere competencia y actitud. Son también estas actuaciones las que nos impiden avanzar y aportar la parte de estrategia que suma a las políticas referidas al principio, y no esas “políticas” cocinadas desde, a saber qué foro, que a buen seguro, no han sido desde el de la OMS.





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